Anderson y sus dos hermanos llegaron a Somos Pacífico hace más de 8 años; venían de Buenaventura y recién se integraban a las dinámicas del barrio. Su madre encontró en el Tecnocentro la oportunidad de que mientras laboraba, sus hijos estuvieran en un lugar seguro, y la excusa perfecta fue el arte; los tres quisieron ser parte del programa de música. Como es usual, todos ingresaron a la clase de iniciación musical y luego eligieron un instrumento.
Anderson se enamoró del contrabajo, el de cuerdas largas y cuerpo de madera grande; en ese entonces, el contrabajo doblaba en tamaño a Andersón. Enternecía a sus profesores. Era un placer observarlo estudiando en los pasillos del Tecnocentro cuando caía la tarde y ver sus pequeños dedos deslizándose con destreza sobre las cuerdas en búsqueda de un sonido afinado y expresivo. Poco a poco fue creciendo y llegó a tener cualidades de solista. Tiempo después, gracias a gestiones del Tecnocentro y al esfuerzo y gran perseverancia de Anderson, tuvo la oportunidad de estudiar en el Instituto Departamental de Bellas Artes. Hoy cursa séptimo semestre en el departamento de música. Nos enorgullece contar esta historia.
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