Macetas que cuentan historias: herencia, dulzura y arte.

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Las calles de Cali se llenan de color, de caña de azúcar y de alegría cuando llega junio. Es tiempo de las macetas, esas hermosas figuras hechas con cintas de colores y dulces artesanales, llamados alfeñiques, que no solo endulzan el paladar, sino también la memoria y la tradición. Las macetas, en conjunto, son consideradas patrimonio cultural inmaterial de la Nación desde el año 2013, cuando fueron declaradas como tal por el Ministerio de Cultura de Colombia.

Pero lo que quizás muchos no saben es que, detrás de cada maceta, hay una historia de amor, de resistencia y de comunidad. Somos Pacífico y sus grupos representativos de danza folclórica y de Música, acompañaron esta celebración en el Parque Panamericano, dejando en alto el talento 100% hecho en el Oriente de Cali. Desde nuestro arte nos unimos y también reflexionamos. Queremos también reconocer el sentido comunitario de esta tradición y el rol que las mujeres y cuidadoras tienen en este arte. 

El dulce que une generaciones

“Yo aprendí a hacer macetas de mi mamá”, dice una de las artesanas que acompaña el extenso corredor de dulces que adorna el tradicional Parque de las Banderas. Así como ella, muchas otras mujeres han recibido este saber como una herencia que pasa de mano en mano, de generación en generación. Hacer macetas es un oficio, un honor heredado y una labor que preserva el patrimonio vivo de Cali, representado en una festividad que une familias en esta época del año. 

Estas mujeres, en su mayoría madres, lideresas o cuidadoras, han hecho de la tradición una fuente de ingresos, pero también un espacio de encuentro. Juntas, aprenden, enseñan, comparten. Y al hacerlo, rompen el silencio que muchas veces ha cubierto el trabajo doméstico y artesanal. Se organizan, crean redes y se hacen visibles en una ciudad que pocas veces las mira de frente.

Lo dulce también es político

Hablar de macetas es también hablar del rol de las mujeres en la economía popular. Son ellas quienes, históricamente, han sostenido muchas de estas prácticas desde lo invisible. Por eso, cuando las vemos liderando procesos de formación, gestión y venta, estamos presenciando un acto de transformación social.

El enfoque de género aquí no es solo una etiqueta: es una mirada que reconoce que estas mujeres no solo están produciendo dulces, sino construyendo autonomía. Están ocupando espacios públicos, generando ingresos propios, tomando decisiones sobre sus vidas y su trabajo. Están creando comunidad desde el cuidado, desde el arte y desde la colaboración.

Un futuro que se construye entre todos

Ver a los niños y niñas participando, observando y aprendiendo junto a sus madres y vecinas, nos recuerda que la cultura se siembra desde la infancia. Que tradiciones como esta son semillas que crecen cuando hay territorio, tiempo y cariño para cultivarlas.

Desde el Tecnocentro Somos Pacífico, este tipo de iniciativas no solo se apoyan: se celebran. Porque son ejemplo de cómo el arte, la tradición y el enfoque comunitario pueden convertirse en herramientas poderosas de desarrollo local. Porque cuando una mujer emprende, toda una comunidad avanza.

Conoce más de nuestra participación en el 25° Festival de Macetas en nuestro cabal de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=MWJfx0ixmcM

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